(Alta Gracia) Árboles, monte y el arroyo Chicamtoltina. Ese es todo el paisaje que se puede observar desde la “casa casera” de Candela Blanca y “Tatán” Espina. Rodeado de naturaleza, el refugio construido íntegramente por estos jóvenes es un homenaje y una forma de cuidar el medio ambiente. A primera vista, la casa no sorprende por tener ninguna característica especial. Es una cabaña de madera de dos pisos, con una hermosa galería y un gran balcón en la parte superior.
Cambiar la idea de comprar por la de conseguir. No contaminar. No dejar rastros del paso por el mundo. Reducir, reutilizar y reciclar. Hacerlo ellos mismos. Esos fueron los principios en los que los dos se basaron a la hora de pensar en construir su casa. Y aunque en un primer momento muchos de sus familiares y amigos los miraran incrédulos cuando comentaron sus planes, la realidad es que la pareja ya se ha instalado a vivir en la casa que construyó.
Candela es profesora de Matemáticas. Tatán es abogado. Ninguno de los dos ejerce su profesión, sino que se dedican a viajar. Ambos poseen contactos en países como Canadá y Estados Unidos, lo que les permite viajar y trabajar allí por temporadas, ahorrar dinero y regresar a la Argentina con esos ahorros. “Esta forma de vida nos permite volver acá y hacer lo que nos gusta, que es tener tiempo” relata Tatán a Sumario, el diario de los viernes.
El viaje constante fue uno de los primeros motivos que impulsó a la joven pareja a plantearse la necesidad de un hogar propio. “Viajamos mucho y cada vez que regresábamos, no sabíamos si iba a estar disponible la casa que alquilábamos. Entonces, decidimos hacer una especie de refugio tranqui, un lugar donde caer después de hacer un viaje” explica Candela en la cocina de su casa, mirando alrededor con una sonrisa.
Comenzaron planeando una casita pequeña, pero a medida que avanzó la obra, la fueron ampliando. “Al principio, la casa iba a ser de un cuarto del tamaño actual. Y ella tuvo que adaptarse a los cambios de rumbo. Cuando comenzamos la obra, si íbamos a hacer algo y yo planteaba una idea diferente, ella me decía <<¿Y por qué>> y yo le contestaba <<Porque puedo hacerlo>>” relata Tatán. “Él siempre me venía con alguna idea loca”comenta entre risas Candela.
La primera opción en la que ambos pensaron construir la casa fue el adobe. Un verano, regresaron de un viaje y se dispusieron a cavar los cimientos en el terreno que el padre de Tatán les había cedido. Sin embargo, tras un mes y medio de intentos frustrados por la temporada de lluvias, decidieron cambiar de idea. “No podíamos ni arrancar” señala Candela. “Los dos conocíamos gente que ya había hecho su propia casa. Y a partir de ahí, veíamos que solamente la relación de esas personas con su casa ya era diferente” cuenta Tatán.
La ecología y el cuidado del medio ambiente son unas de las primeras bases sobre las que los dos jóvenes pensaron su casa. “Una de las cosas en las que los dos estábamos de acuerdo, era en que no queríamos cemento en nada, en ninguna parte de la casa” indica Candela. “Fuimos estudiando, y cuando nos tocó hacer los pilotes sobre los que está construida la casa, no utilizamos cemento para pegarlos. Lo que hacíamos era quemar la base de los troncos. Eso hace que la madera no se pudra y que se seque toda la savia, de modo que el tronco ya no es atractivo para los bichos.
De hecho los postes que compramos son retazos, trozos que a la gente ya no le sirven. Y los pintamos con aceite para autos usado, que es gratis y funciona como aislante”agrega.
“La idea es que vos pases por el mundo sin dejar rastros de tu existencia” explica Tatán. “Como los animales. Ellos pasan por el planeta, no dejan rastros, no generan basura. Así que dijimos <<Nosotros tampoco dejemos marcas de nuestra existencia, a lo sumo recuerdos>>” completa Candela. Para él, la clave está en la manera de vivir y de relacionarse con el entorno y en estar dispuesto a realizar un esfuerzo mayor por las actividades cotidianas.
“Tenemos una forma de vida muy sencilla. Solamente usamos gas para cocinar. Pusimos un calefón a leña. Obviamente, eso implica trabajar un poco más” dice al tiempo que ella agrega: “Por supuesto, eso le da un valor agregado. Después de estar media hora prendiendo el calefón, sentís que realmente te ganaste darte una ducha”.
Entre las demás cosas que los jóvenes destacan de construir su propia casa, es lo que aprendieron en el proceso. Para Tatán, la electricidad y plomería están diseñadas para que cualquiera que se anime pueda hacerlo. Además, la construcción total de la casa demandó un 10 por ciento de lo que habría salido de la manera tradicional. “Gastar mucha plata tampoco nos parece muy ecológico” cuenta Candela. “Generar el dinero implica actividades que no cuidan el ambiente” completa Tatán.
Una vez terminado el trabajo, los chicos hicieron una fanpage en la red social Facebook para dar a conocer el proceso.
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